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Promoción de la estructura ética personal.

 

La sociedad actual exige de parte de todos y cada uno de sus habitantes una conciencia colectiva, frente a la realidad del mundo y a la necesidad imperiosa de lograr  hacer del planeta un lugar donde las personas interactúen de forma positiva y trabajen de forma mancomunada para el desarrollo y progreso de las diferentes comunidades.

 

Dicho proceso inicia con la reflexión y transformación de las acciones humanas, pues son estas las que están generando el deterioro de los recursos del planeta y ante todo, acabando con la existencia misma de la especie.  El objetivo del hombre ha pasado de ser la consolidación y evolución, al exterminio incesante e inhumano de la vida y de la libertad.

 

De allí la necesidad de una educación del ser humano enfocada hacia la misma humanidad, se trata de una educación que perciba al mismo estudiante, como un ser humano multidimensional y comprenda la importancia de la promoción de la estructura ética personal, como aquella que prepara a las personas para afrontar de forma adecuada las situaciones conflictivas a las que se ven enfrentadas día a día.

 

Una formación ética, desde la cual se asuma el reto de orientar a los estudiantes sobre sus pensamientos, sentimientos y acciones acordes a las características del entorno en el que se desenvuelven y al rol que la sociedad ha asignado para su participación ciudadana, es decir, un aprender a vivir en pro del mejoramiento de las condiciones de vida de todos.

 

Desarrollo del ser.

 

Es un hecho evidente que la sociedad avanza a grandes pasos, no sólo en lo tecnológico e informático, sino principalmente en la concepción de vida, familia, trabajo y responsabilidad social, se vive en un momento de la historia social bajo el común denominador de una sociedad en crisis.

 

Esta crisis empieza en el sistema familiar, trascendiendo a la comunidad y por ende, a las instituciones educativas, espacios donde la construcción de valores ha de estar sujeta a las perspectivas y nuevas exigencias de los estudiantes, las cuales han de entrar en un proceso de conciliación con las creencias, costumbres y principios tanto de docentes como de padres de familia.

Hoy más que nunca, la educación debe asumir la tarea de humanizar los procesos académicos de manera tal, que el educando en su constante y permanente proceso de construcción y reconstrucción, adopte el sentido de humanidad necesario para la transformación de sí mismo. Una responsabilidad que se asume no sólo para sí, sino con el otro y para el otro, en el marco de una sociedad particular.

 

Los procesos educativos han de tener a la formación en un proceso inacabado y permanente, en el que cada persona va configurando su personalidad, carácter, principios y proyecto de vida.   sin embargo, la formación ha de ser integral y entendida como el conjunto de procesos, capacidades y valores que conducen al educando hacia el crecimiento personal en la autonomía, la responsabilidad y la trascendencia necesaria para realizase como persona capaza de disfrutar de todos los derechos y de cumplir a cabalidad todos los deberes, obligaciones y normas, en los campos individuales, social, espiritual y ecológico, es decir una educación tendiente al crecimiento del ser humano.

 

El sistema educativo en los últimos años ha creado y buscado gran variedad de estrategias que permiten la formación integral de los educandos, un la formación orientada al desarrollo de habilidades y competencias que suministren las herramientas necesarias para afrontar con éxito los retos e incertidumbres de la sociedad actual, especialmente las que se refieren a algún conflicto de valor, determinando el actuar ético de las personas en la sociedad.

 

Dimensión ética.

 

La formación de los educandos obedece a un proceso complejo y articulado, dicha formación se lleva a cabo a partir de procesos permanentes de experimentación, reflexión e interacción con el mundo físico y social, lo lleva a firmar que el estudiante debe compartir, actuar y disfrutar en la construcción de lo que aprende.

 

La dimensión ética no puede ser vista como un área académica más, sino como un je transversal de la educación desde los primeros años de vida, un proceso constante, permanente y dinámico, necesario para la consolidación de una sociedad más justa, libre, solidaria y democrática.  No se puede hablar de una educación orientada a la construcción de futuros deseables y posibles, si no se forman estudiantes proactivos y comprometidos con las necesidades del contexto en el que se desenvuelven.

 

La dimensión ética se manifiesta en la vida del hombre cuando éste, inmerso en un red de relaciones sociales y socializado dentro de unas prácticas educativas específicas, y se pregunta por la finalidad de sus actos.  Formar sujetos que actúen teniendo como base la realidad de sus contexto, proceder de acuerdo a criterios propios desde los cuales se distinga entre lo correcto y lo incorrecto, asumir como opción de vida lo adecuado o bueno para sí mismo y para las personas que lo rodean, un actuar que evidencie la corresponsabilidad y reciprocidad en cada una de las decisiones que se tomen sobre el transcurrir y trascender de la vida misma.

 

Hablar de una formación fundamentada en la dimensión ética, es hablar de procesos que promuevan en estudiantes, docentes y padres de familia, reflexiones sobre sus propios actos: analizar el porqué de su proceder y tomar una posición fundamentada en principios y valores ante las diferentes circunstancias de la vida cotidiana, así como las que afecten al país en un momento determinado.

 

Procesos de socialización.

 

El desarrollo de la dimensión ética, así como la interiorización de los valores y normas éticas o morales, se logra a través de la socialización, proceso mediante el cual los individuos se convierten en seres sociales, adquieren valores, normas y principios que  caracterizan a la comunidad y construyen un sistema de referencia y evaluación que les indica la manera de comportarse ante cada situación.

 

La socialización es el proceso mediante el cual se aprende a hacer parte de una comunidad, el individuo se ajusta a un orden social pero ante todo, es una reproducción y transmisión permanente de saberes culturales que pasan de generación en generación con tendencias a la conservación de la especie, la esencia de su existencia y el desarrollo de la comunidad.  Hace referencia a la interiorización de contenidos culturales de la comunidad en la que nace y/o vive, mediante la cual desarrolla una personalidad, es decir, conforma racionalmente, la vida social.

 

La  socialización se realiza mediante la intervención de diferentes entes o agentes, los cuales facilitan la realización del proceso.  Estos son:

 

Las familias: primer medio que actúa como socializador, acompañando al individuo por un largo periodo de su vida.  Todas las familias socializan al niño de acuerdo a su particular modo de vida, el cual está influenciado por la realidad social, económica e histórica de la sociedad en la cual están insertas.

 

Los grupos de pares:  son grupos de amigos y de iguales con los que se comparten cotidianamente, que solo le permite pone en práctica lo aprendido con los otros agentes socializadores sobre cómo mantenerse en interrelación o intercomunicación con otros, sino que también le comunica normas, valores y forma de actuar en el mundo.

 

La escuela: se constituye en un importantísimo formador y/o socializador, afectando los aspectos susceptibles de ser socializados en un individuo.  Las escuelas son el primer ámbito donde los individuos experimentan la competitividad, la necesidad de productividad y rendimiento.  Los docentes constituyen un modelo de autoridad apoyados en conocimientos específicos, son los transmiten valores determinados.

 

Los medios de comunicación: transmiten muy simultáneamente conocimientos que son muy potentes en reforzar los valores y normas de acción social aprendidos con los otros agentes socializadores.

 

En conclusión, el ser humano desde su nacimiento inicia el camino hacia la realización de su ser como persona individual y como ser social, proceso en el cual es indispensable el trabajo realizado por las familias como base de la constitución del carácter, en donde su influencia es innegable para la determinación del actuar.

 

Sin embargo, es innegable la función de la institución educativa como forjadora y formadora de las perspectivas de la realidad, el análisis y la comprensión, para la consolidación de un proyecto de vida acorde a las características y exigencias del medio.  La educación hoy por hoy, más allá de gravar conceptos inertes en el cerebro, siembra expectativa sobre el futuro y la inmensidad de posibilidades de ser, pensar y hacer en el hoy, para el mañana.

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